lunes, 15 de septiembre de 2008

HUMO DE BAR


Noche oscura de otoño.
Calles llenas de luz que no es tuya.
Hombres que viven en esa luz
y que pasean por esas calles.

Hombres que miran, ven y no sienten.
Duros corazones de almas insensibles,
de orejas sin oído.
Luz, música; alegría y tristeza.
Bullicio de gente y algarabía de niños.
Vida y muerte; principio sin esperanza
y fin sin aprovechamiento.
Humo quemado que calientas ambiente de bar.
Palabras en el aire. Tiempo perdido.
Escuela vacía…

La noche será otra vez oscura.
Las calles seguirán alumbradas.
Un niño llorará y pedirá pan.
Un perro hambriento husmeará por
entre los cubos de basura.
El pobre gemirá
en lo alto de la nevada montaña.
Desdichas se ensañarán
con tus hermanos.
Y tú, hombre, seguirás impávido,
inmóvil y quieto,
Mientras el humo de tu cigarro
enturbia la sala de tu memoria.



Vicente Barberá, Sant'Ana, de Oliva, 1965.

miércoles, 4 de junio de 2008

CORTO PENSAMIENTO


La soledad llama a mi puerta

cuando estoy dormido



y en silencio.

AQUEL DÍA LEJANO


Si contemplo tu radiante rostro
de esperanza lleno,
y me acerco despacio a tu lado
y te abrazo y miro,
al apreciar tus cerrados ojos
de un velo cubiertos,
recuerdo aquel día lejano
sencillo y hermoso
que me diste un beso.

Vicente Barberá, Ciudad, de Gandía, 1964.

A ROCÍO

Se fue
entre el rocío del amanecer.

Se fue
cantando al marinero ausente
y a la madre,
entre pañuelos de seda.

Se fue
cantando entre sábanas de armiño,
como una señora
en la bahía de su amor;
como una ola
henchida en el océano,
secuestrada por las amarras
a pesar de todo.

Me hubiera gustado tanto
que el roce del agua
fundiera su rostro
en la historia del canto…

Se fue
con los ojos cerrados
y sabores humanos.

Se fue
y allá, seguirá cantando
al amor, a la vida, al azul…,
brillando como una estrella
en el hueco de sus manos.

AQUEL OCULTO BESO QUE TE DI


Mientras la nieve cubre las montañas
y el cielo se viste de azul celeste,
pienso en la última noche que pasé
mirando las estrellas relucientes,
y al azul alzando mi mirada,
añoro el postrer día en que te vi.

Contemplando de nuevo el firmamento
alrededor de mi estancia distinguí
una sucesión variada de ilusiones
que con pesada envida acaricié.

Pienso en la última noche que pasé
mirando las estrellas relucientes
y de nuevo acaricio la dulzura
de aquel oculto beso que te di.


Vicente Barberá, Ciudad, de Gandía, 1965.