lunes, 14 de febrero de 2011

DESCENSO A LOS INFIERNOS



Entraré por los huecos oscuros de las cuevas
y no encontraré otra cosa que polvo y miseria.
Permaneceré allí inerte para observar
cómo las arañas tejen su tela,
cómo la arena se amontona sobre las piedras,
cómo el tiempo se hace confuso.

Allí seré pura angustia sin aliento
de pensamientos atroces y retorcidos.
Pasarán las horas y mis cabellos enmugrecerán,
mi rostro estará impregnado de sudor enfermizo,
gritaré sin mas respuesta que el vacío.

Veré correr tras de mi a los insectos,
empezaré a temblar y a enloquecer
viendo manantiales en lugar de rocas
y flores en los orificios.

Me aletargaré quedando inmóvil,
y en mi locura,
esperaré a escuchar el conocido
zumbido de las moscas en mis oídos.

Me ahogaré y persistiré
sin mas tortura que la vida,
me asfixiaré limitada por el frío
y las piedras roídas por el tiempo.

Desde aquí arriba, desde la cúspide, veo todo oscuro y enredado. Nuevamente presa de soledad y monotonía y, para ello, para quitármela de encima busco y busco sin otra cosa que me produzca más dolor que la indiferencia.

Geli Barberá, Los paisajes del deseo, 2010.

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