lunes, 10 de agosto de 2015

BLAS MUÑOZ PIZARRO

Blas Muñoz, a la derecha, con motivo del premio obtenido en el
X Certamen Memorial Bruno Alzola

            II

PRÓTESIS SEGUNDA (Junio 2010)

Vamos a (des)decir,
            como quien calla
            mas no otorga,
que veintitrés mordiscos de metal,
            con sus brillantes grapas regulares
            a lo largo
            de una incisión amordazada,
dibujan en mi muslo
            un tren funicular y trascendente,
                       nueva escala del sueño de Jacob
                       para sublimes ceremonias
                       de ascetismo creyente y compartido,
            o una escolopendra de sorda dentadura,
                       un terrestre miriápodo tenaz
                       de sed y disidencia en cremallera.

Ya veis:
            una de dos.
                       Mas yo me quedo
con aquellos que arriman su dolor
a la raíz de donde manan los dolores.

            Allí donde la esquirla,
            el andamio inseguro,
            la bomba de racimo,
            la mina en el sendero,
            la mano del que manda
                                   prevalecen.

Y si en mi cama, por la noche, boca
arriba (como exige lo previsto
tras una cirugía de cadera),
musito viejos mantras de mi infancia
es sólo porque el ritmo de sus frases
puede hundirme en la nada en la que el sueño
mitigue en mí el dolor del mundo:

            Pater noster,
            qui est in caelis,
            sacntificetur nomen tuum;
            adveniat regnum tuum;
            fiat voluntas tua...

Y sólo espero
que en esa letanía vacua y rítmica,
tan conveniente a una perfecta
aspiración y espiración,
no haya muerto del todo

todavía

la fe que un día tuve
ni el rumor de las olas en la playa
de mi infancia.


(Inane es la verdad cuando no duele.)
(De "El Limonero de Homero III", 2012)

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