lunes, 23 de noviembre de 2015

ANTONIO MAYOR SÁNCHEZ

Antonio Mayor Sánchez, segundo de izquierda a derecha (V recital de APRJUV)
PARA UNA MUCHACHA HERIDA

Alta y silenciosa como una columna de niebla,
casi transparente como un pino de humo,
sólo su cadera áurea brillando al último sol;
los pies negros, embreados de sufrimiento,
los que la habían traído de lejos…

En sus manos había senderos anudados al sueño,
misteriosos recorridos de ligeras venas azules,
brumas con cardumen, joyas de inaudito tacto,
arenas sopladas y una sed de infusiones;
había una cesta de palabras y pan de comulgar.
Pequeñas caricias interrogantes escapaban,
y una ablación de vino oscuro se obstinaba adentro.

Pero fueron sus ojos los que fueron y vinieron;
viajaron –en ambos extremos de un relámpago–
y conmovieron mi vientre malherido del rayo.


Y lo supe todo de su sabor sin labios.


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