martes, 29 de noviembre de 2016

RAFAEL SOLER EN POETAS EN EL ATENEO



      En No eres nadie hasta que te disparan  (2016)

Vencida en ti me reconozco

Recuerdo los alfanjes canela de tus manos
allí donde el talle era primero

acuérdate
traías ceñido el cinturón presta la boca
y escueto prometiste faltar a tus promesas

acuérdate
cinco de agosto
los ojos de un cangrejo vigilando
el ancho mar de Rilke

por recordar recuerdo
las nueve estrellas lácteas
el día en que bailaron
desnudas conmigo entre las cañas

y te recuerdo hermoso
por limpio la escalera de tus dientes
por ancho tú como un tanzano antiguo

y me recuerdo hermosa
y me recuerdo hermosa

recuérdame te pido qué pasó luego
si por luego entendemos nuestro ahora.

lunes, 28 de noviembre de 2016

ANTONIO CABRERA EN POETAS EN EL ATENEO

En el PROYECTO POETAS EN EL ATENEO, mañana 29-11-16 a las 19:00 en el Salón Sorolla del ATENEO MERCANTIL DE VALENCIA 
(Pl. Ayuntamiento, 18)
Grullas en Gallocanta

CIGÜEÑA COMÚN
(Ciconia ciconia)

Nadie en la calle.
Llanura amanecida.
Campana y vuelo.


CISNE
(Cygnus sp.)

La lentitud.
Blanca serenidad,
alta desgana.


AZOR
(Accipiter gentilis)

Súbitamente,
aparece lo oculto.
Belleza o rabia.


GRULLA
(Grus grus)

Volar, volar.
Darle al atardecer
su flecha triste.


ALONDRA COMÚN
(Alauda arvensis)

Humildad. Pura

belleza inesperada.
Tierra en el cielo.


RUISEÑOR COMÚN
(Luscinia megarhynchos)

Comienza el canto.
Eterno, Keats lo escucha.
Se limpia el aire.


[De Tierra en el cielo, Pre-Textos, 2001]

domingo, 27 de noviembre de 2016

ANTONIO CABRERA EN POETAS EN EL ATENEO


BUENOS AIRES


BUENOS AIRES

                       (En el aniversario de mi visita
 al “Viejo Almacén” de Buenos aires)

Parece que no vuelves.
En la foto tu rostro
atrae mi tristeza.
Ya no lloras primero y luego ríes.

Parece que decirme quieras tantas
cosas en este displicente invierno
que hasta hiere las venas con su frío…

Parece que agarrases con tus trenzas
mi corazón alegre de otras horas.

Me atrapabas de noche, en la espesura
de aquel local de barrio, hoy tan hueco,
donde tus  suaves besos esperaba.

Te conocí entre mate dulce
y humo de cigarros.
Dejabas deslizarme entre tus brazos
como a una hiedra ansiosa de abrazarte

Eras gemido de gacela tierna
venero, amor y muerte en tu dulzura
de albero resplandor en la mañana.

Hoy ya no estás conmigo.
                                          Queda sólo
el canto gris de un viejo tango,
su acento en el brocal del universo
donde tus ojos brillan cada noche.

En el Viejo Almacén de Buenos Aires,
grabada en mi memoria,
                                       estás ausente.

(Vicente Barberá Albalat)
-->

viernes, 25 de noviembre de 2016

ANTONIO CABRERA EN POETAS EN EL ATENEO


LA DUNA
(Playa de Bolonia, Tarifa)

                              A Fernando Delgado
                    
La abundancia que toda cosa alberga
es una suma quieta, una adición
de estatismo y de flujo agazapado.
Sobre la playa sobreviene el cuerpo
de la luz matinal no inmarchitable;
al germinar tan súbita,
se desgasta a sí misma segundo tras segundo
y finge permanencia mientras cambia.
El horizonte en niebla es continuo horizonte,
se repite grisáceo sin colmarse.
Las sombrillas, tensadas por el viento,
fijan e inclinan sus colores híspidos.
Pasean las figuras con la piel redundante.
¿Quién no se entiende siempre por acumulación?
Me entiendo por mi sombra y por el sol que estalla en torno.
No solamente es duna la que ahoga al pinar
con su masa arenosa de presente y presente:
la misma duración en todo lo que miro,
la misma arena granulada en tiempo
se establece, transcurre, se amontona.
Las gaviotas, qué lentas en el aire.
Qué sólido y agudo el aire sobre mí.
Mis pies se hunden y aun así me llevan.
El viento, el ampuloso, habla. El viento,
que repudia, que añade.

ANTONIO CABRERA EN POETAS EN EL ATENEO


LA DUNA
(Playa de Bolonia, Tarifa)

                              A Fernando Delgado
                    
La abundancia que toda cosa alberga
es una suma quieta, una adición
de estatismo y de flujo agazapado.
Sobre la playa sobreviene el cuerpo
de la luz matinal no inmarchitable;
al germinar tan súbita,
se desgasta a sí misma segundo tras segundo
y finge permanencia mientras cambia.
El horizonte en niebla es continuo horizonte,
se repite grisáceo sin colmarse.
Las sombrillas, tensadas por el viento,
fijan e inclinan sus colores híspidos.
Pasean las figuras con la piel redundante.
¿Quién no se entiende siempre por acumulación?
Me entiendo por mi sombra y por el sol que estalla en torno.
No solamente es duna la que ahoga al pinar
con su masa arenosa de presente y presente:
la misma duración en todo lo que miro,
la misma arena granulada en tiempo
se establece, transcurre, se amontona.
Las gaviotas, qué lentas en el aire.
Qué sólido y agudo el aire sobre mí.
Mis pies se hunden y aun así me llevan.
El viento, el ampuloso, habla. El viento,
que repudia, que añade.

jueves, 24 de noviembre de 2016

CECILIA LOMBARDÍA GARCÍA



APARIENCIAS


En el efímero habitáculo de los dioses
vivo .

Yo ofrenda .
Yo limitada.
Desmedida yo toda,
crecida en mi yo.

Esta envoltura que nunca elegí
sabe
cómo sabe la vida.

Este atavío de vigilia y sueño,
de perecedero y constante cambio,
de albricia y duelo

sabe
que todo es apariencia.

martes, 22 de noviembre de 2016

ANTONIO CABRERA EN POOETAS EN EL ATENEO


UN CEREZO

                           A Vicente Gallego

Llegué hasta una ladera de bancales incultos
bajo el sol extenuado de la tarde.
Allí encontré un cerezo,
un pequeño cerezo que se erguía
sin labranza cercado por la nítida luz,
por esa claridad no trabajada
con la que mayo anuncia los crepúsculos.

No el blanco esplendoroso
sino un combate, una inquietud acaso,
crecía entre sus ramas:
el esfuerzo del fruto por ser fruto,
la tímida violencia de la maduración,
el ansia de alcanzar y consumirse.

El tiempo de la flor pronunció su alegato,
ya en olvido.
                      Un rojo humilde aún
dictaba una lección distinta: madurar
es concentrar despacio el azúcar que afirma,
cuyo arduo olor señala a lo posible.

Estuve contemplando su impasibilidad
y su modestia.
En ellas vi un cobijo para la decisión,
el ave que se posa en la raíz.

Una brisa muy leve lo tocaba,
y parecía un himno,
un canto inteligible en honor de lo denso.

domingo, 20 de noviembre de 2016

BAILAR UN TANGO

Aspecto parcial del Barrio de Boca en Buenos Aires (2007)

BAILAR UN TANGO.

Puedo cerrar los ojos
lejos de las pequeñas sonrisas que conozco.
Homero Manci

No me esperaste en la sala
del aeropuerto al llegar,
un desencuentro tuvimos,
pues pelillos a la mar.

En el Almacén del tango
tu madre ya estaba presta,
con el bandoneón muy prieto
preparándonos la fiesta.

“¿Españolito, qué hacés?
Vení, acercate a la pista
y agarrale la cintura:
que para el baile está lista”.

Preparada está la mina
que con gracia se acicala
y bailando entre mis brazos
nadie en belleza la iguala.

Desde el fondo de la luna
¡Hurras! y aplausos sonaban
 “hacele bailar de nuevo”
al unísono gritaban.

“¿Españolito, qué hacés?
Vení, acercate a la pista
y agarrale la cintura
será tu nueva conquista”.

Al despertar la mañana,
nuestras pasiones calmadas,
la prensa, tú me decías,
narraba nuestras andadas.

Y escribía sin recato
que un español que adoraba
los tango de Homero Manzi,
en Buenos Aires bailaba.

sábado, 19 de noviembre de 2016

ANTONIO CABRERA EN POETAS EN EL ATENEO


POEMA DE CUMPLEAÑOS

                  (Al cumplir mi hija los dieciocho)


Adelina,
el mundo al que naciste –una mañana
igual que ésta- era un teatro viejo,
flamante. Viejo ahora, aún flamante.

Verlo y pensarlo, ése es el cometido.

Si contemplas el brazo de un arroyo
que va entre la hojarasca, entre la menta
dócil, pondrás en tesis y en temblor
el vidrio fino del caudal, rasgado
por las irisaciones. Si en ti surge
la idea de un claroscuro, habrá de ser
porque roce en ventanas y paredes
la capa de la tarde. La conciencia
vive de los reflejos y los nutre.

Obligada a decir, tus verbos fallan,
tus adjetivos flotan en su inercia.
No se va a lo esencial, aunque se busque.
Se trata, antes que de eso, de un continuo
toparse con el árbol enmarcado
en la luz, lleno de verdor o frío.

Encuentros, y a la vez sigilo y dudas.
El árbol y las cosas más cercanas
no es que se nieguen o se escondan puros,
porque en el escenario están, los ves,
respiras y tu aliento los alcanza.
¿Sientes que si los miras se protegen?
Es su vacilación lo que percibes,
el instante desnudo y el instante
velado, el maniobrar, la suma brusca
de su presencia y de tus ojos quietos.

No dejes de atender aunque la falta
de perfiles tajantes te persiga.
Cada calle rebosa duración
y pasos. Cada día, cuando muere,
trae morados y rojos exclusivos.
Saca provecho de esa compañía.
Desde el placer, serena, no la olvides.
En el dolor, permítele a la luz
que viste al árbol y al objeto hacerte
su promesa lentísima de dicha.

Refugia al mundo, dilo en tu papel.

Te trajo agosto un día como éste,
de claridad punzante, en su cenit,
en su flor, en su cúspide. Adelina,
la sombra es mucha. Mira a su través.

martes, 15 de noviembre de 2016

PEDRO J. DE LA PEÑA


COMPOSICIÓN DE LUGAR


Sostengo la hipótesis de que nunca he nacido.
Que esta sonrisa mía jamás fue una sonrisa.
Os engañáis. Me engaño. Tampoco habéis nacido.
Únicamente existe la verde cabellera
que a todos nos cobija desde su inexistencia.
El sueño de los árboles cuando sueñan sus hojas.
El manto de la muerte: eso, tan sólo, existe.


                                               Des(s)apariciones  (1994)