miércoles, 1 de marzo de 2017

POETAS EN EL ATENEO: CRÓNICA DE ANTONIO MAYOR


Antonio Mayor, primero de izquierda a derecha


XI ENTREGA DE POETAS EN EL ATENEO (JUAN MARÍA CALLES)
JUAN MARÍA CALLES
                                                          FOTOS DE JOSÉ LUIS VILA

     El viernes, 24 de febrero, 2017, a las 19,30 horas, tuvo lugar en la sala Sorolla del Ateneo Mercantil de Valencia una lectura homenaje al poeta, afincado en Castellón desde niño, Juan María Calles.
     Introdujo el acto, como es tradición, Vicente Bosch con unas palabras de bienvenida y de gratitud tanto al poeta invitado como al público asistente. Agradeció así mismo la dedicación de Vicente Barberá en esta tarea de reconocer en el Ateneo el prestigio de poetas como el invitado de hoy.
     Vicente Barberá explicó que en estos encuentros queremos conocer al autor como poeta y como persona y no sólo su obra. Por ello destacó los tres aspectos que concurren en Juan María: su labor docente —es doctor en Filología Hispánica y profesor de Instituto—, su tarea como escritor de ensayo y poesía; y su faceta como político (primer político y poeta en este proyecto de Poetas en el Ateneo).
     Destacó luego su obra y los premios obtenidos con ella: libros de poesía como El peregrino junto al mar (1987), Silencio celeste (1987. Premio Adonais 1986), Extraño Narciso (1992) Kairós (1997), El ruedo invisible (2002), Viaje de familia (2002), La tripulación del Estrella (2005), Materia sensible (2009), La música del aire (2012. Premio Ecoem), Poética del viajero (2014. Premio Juan Ramón Jiménez), Una figura de barro (2014. Premio Miguel Hernández), Caminar tras el otoño (2016).
En su obra ensayística hay que destacar su especialización en Max Aub: Esteticismo y compromiso: la poesía de Max Aub en el laberinto español de la edad de plata (1923-1936), la edición del catálogo Max Aub en el laberinto español del siglo XX, y La escritura en libertad (2011), ensayo sobre la obra de Max Aub. Por otra parte ha prologado y editado la obra narrativa de Tomás Meabe, Tomás Meabe, la palabra en la piedra. (2007).
     Como siempre, y para conocer su trayectoria vital, se proyectan algunas fotos que el poeta fue comentando:
— En la casa natal de Juan Ramón Jiménez, en Moguer, con motivo de la entrega del premio a su libro Poética del viajero.
— En la Casa Museo Zenobia-Juan Ramón, en Moguer.
— Ante la casa de Cernuda en la Calle del Aire, en Sevilla. Cernuda es uno de sus poetas favoritos.
— En el aula de poesía de la Facultad de Filología de la Universidad de Valencia, con motivo de la concesión del premio Miguel Hernández.
— En Zurich, con nieve y tranvías. Uno de sus motivos de inspiración son los viajes y los trenes. (Quizá porque proviene de un pueblo con una estación construida e inaugurada por la que nunca pasó ningún tren: desdichas de este país).
— Viaje a Granada y a la casa de Lorca en Fuendetodos.
— En la librería Noviembre de Benicasim, en la presentación de su libro Una figura de Barro
— En Orihuela con motivo del premio Miguel Hernández a su libro Una figura de barro.
También se proyectó más adelante una hermosa ilustración videográfica del poema Alabanza de la rosa (del libro Caminar tras el otoño), montada por Virgilio Fuero que también pone voz al poema.
Vicente Barberá fue interrogando a nuestro poeta sobre aspectos de su vida y de su obra:
—¿La política y la poesía están reñidas?
Soy profesor en el Instituto Sorolla -contesta el autor. Por compromiso con mi amigo Jordi Sevilla entré en la política. Yo no pude escribir durante ese período y tampoco publiqué. La política debe ser sólo un ciclo en la vida de un hombre y así los políticos profesionales sobrarían.
—¿Qué prefieres, poesía o ensayo?
Soy poeta, pero también soy especialista en poesía española. Hice mi tesis doctoral con Arcadio López Casanova sobre Max Aub. He hecho investigación y ensayo, pero sobre todo soy poeta.
—¿Cuál es tu mejor libro?
Sin duda el que mayor satisfacción me ha dado es el que recibió el premio Adonais, Silencio celeste. Tenía yo ventipocos años y estaba de guardia en la mili, en la Brigada Brunete, en el Pardo, cuando me llamaron (Luis Jiménez Martos) para comunicármelo. Me sentí en el cielo. Había recibido el premio que consagraba a los poetas jóvenes. Hay que recordar que Brines fue también premio Adonais.
—¿Y tu mejor poema?
Mi padre; maestro en un pueblo de Cáceres, me regaló un día sus zapatos; yo había alcanzado su tamaño, era un hombre. Esos mismos zapatos se los regalé en su día a mi hijo. Se había cumplido un ciclo, había transcurrido una generación. Escribí este poema con honda emoción: “Los zapatos de mi padre”. El poeta lo recita.
     Vicente Barberá da paso a la lectura de otros poemas. Comienza otro poeta castellonense, Pascual Casañ, que recita el poema “La cicatriz de Ulises” y agradece a Juan María su contribución a la antología Miradas para compartir la luz, patrocinada por la UNESCO.
     Continúan las preguntas de Barberá:
—¿Por qué escribes?
El arte permite aunar la libertad y la belleza. “El arte y la literatura pueden ser espacios de libertad donde son posibles el compromiso y la belleza.” Compromiso, libertad, verdad y belleza. Keats dice “no hay belleza sin verdad”, tampoco hay verdad sin compromiso. No hay que buscar lo estético por lo puramente estético. La belleza nos hace mejores.
—¿Qué pasa cuando no se entiende la poesía pero te gusta?
El poeta cuenta una reciente anécdota de Juan Carlos Mestre. En un recital ante escolares una niña le dijo que le había gustado mucho su poesía pero que no había entendido nada. El surrealismo y la lógica van por caminos diferentes. El poema es del lector. Los lectores los sienten o los interpretan (casi los vuelven a escribir).
—¿Qué es la poesía?
Hay que concretar la pregunta ¿Para mí o en general? Para mí la poesía es un lugar de encuentro, un viaje a lo desconocido, un viaje al otro. El viaje como forma de conocimiento y como forma de entender y abordar la poesía.
Vicente da paso a la escritora y periodista peruana afincada en Valencia, Elga Reátegui, que recita el poema “Alfabeto de Homero”.
Y se reanudan las preguntas:
—No están de moda los poemas de amor. ¿Has escrito poemas de amor?
Sí. Hay muchos poemas de amor cursis y hay grandes poemas de amor también.
La poesía ha de ser rítmica, ha de tener musicalidad, si no se trataría de prosa recortada.
A continuación Barberá anuncia una serie de preguntas breves y requiere del autor una respuesta rápida, inmediata, sin mucho pensar:
—¿Qué admiras más en un poeta? –Su profundidad.
—¿Qué te gustaría ser si no fueras poeta? –Torero
—¿Qué es lo que más detestas? –La mentira.
—¿Plagiarías a Walt Whitman? —Sin dudar.
—¿Dónde te gustaría vivir? —si no viviera en Castellón me gustaría vivir en la dehesa extremeña.
—La persona viva que más admiras. –Admiro al novelista norteamericano Richard Ford.
—¿Poesía o música? –No entiendo la poesía sin música.
—¿Te gustaría ser campeón de algo? –Claro. Debe ser emocionante.
—¿Cómo te gustaría morir? –Leyendo, como murió Cernuda, y sin dar faena.
     A continuación Juan Luis Bedins sale a leer el poema “Las riberas del instante” de Poética del viajero, no sin antes acotar que Calles es uno de los mejores poetas que tenemos y su libro Una figura de barro, un gran libro de la mejor poesía.
     Tras las preguntas del presentador y las lecturas de los poemas se abrió un interesante coloquio.
José Enrique Laitán (del aula de poesía I) pregunta si se puede escribir un buen poema sin inspiración. La respuesta de nuestro poeta: La inspiración es el trabajo. Para hacer un buen poma se necesitan tiempo, talento y cierta preparación. El gusto literario se adquiere leyendo. La educación es un elemento esencial para escribir. También es necesario el deseo de comunicar algo. Luego hay que tirar a la papelera muchos poemas antes de publicar. Es bueno dejar reposar el poema y volver sobre él después de un tiempo.
     Manuel Emilio Castillo defiende que las palabras juntadas con cierta sonoridad también pueden ser poesía. Hay poemas como juegos fónicos.
     Para confirmar esta línea del coloquio, el poeta lee “El mendigo del humo” y cita a Wallace Stevens: “El poeta es el sacerdote de lo invisible”
     A la pregunta de si es necesario un ámbito de silencio para crear y cómo es su proceso creativo, el poeta afirma tener ciertas manías o exigencias para ponerse a escribir. Es un poeta matutino, utiliza una pluma estilográfica Parker y cuadernos, generalmente dos cuadernos, para copiar y corregir los poemas del cuaderno borrador y pasarlos a limpio en el otro. (Todo como muy escolar). Anoto los días. En el papel veo mejor los fallos y las correcciones. Lo paso al ordenador cuando finaliza todo el proceso. Conservo todos los manuscritos..
     Como elementos de inspiración afirma que le gustan los viajes y la naturaleza porque dan muy buenos resultados e imágenes muy plásticas en el poema.
Juan Luis Bedins pregunta ¿Qué notas cuando decides que un poema no funciona? –Reviso el ritmo, las repeticiones innecesarias o involuntarias. Las imágenes que recuerdan a otros poetas, o mis propias repeticiones. Reviso especialmente el cierre del poema, el verso final. A veces basta algún cambio y el poema funciona. Es muy necesaria la corrección de los poemas tras haberlos dejado enfriar.
     Alguien pregunta si influye el estado de ánimo al escribir. -Sí, por eso trabajo mejor descansado, por la mañana. La tarde la uso para leer.
     Blas Muñoz pregunta sobre el poemario como obra premeditada. ¿Escribes con una idea previa del libro, o, por el contrario organizas luego los poemas afines, para darle cierta unidad al libro? El poeta dice que te das cuenta de cuando un grupo de poemas van juntos y entonces tienes un libro. Se inclina por tanto por el segundo supuesto.
     Elga Reátegui pregunta ¿Cuántas versiones puede llegar a tener un poema? ¿Sufres al escribir? El poeta dice necesitar dos o tres meses de trabajo para llegar a la versión definitiva y que cada vez se demora más. Disfruto escribiéndolos y no quiero acabarlos, dice. No escribo por encargo pero hice una excepción con “El ruedo invisible”. Afirma luego que la cultura española es taurina; y se vio comprometido con los aficionados.
     Barberá reclama un voluntario para leer el poema que figura en el tríptico “El sueño eterno” y con cuya lectura tradicionalmente se cierra el coloquio.
El poeta se despide leyendo un último poema, “La visita” y afirma que sólo la confrontación pública hará saber al poeta si su poema vale.
Valencia, 28 de febrero de 2017
Antonio Mayor

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