domingo, 14 de mayo de 2017

FRANCISCO MORALES LOMAS EN POETAS EN EL ATENEO


UNA MUJER Y UN HOMBRE

Hay un hombre y una mujer
que se hunden en el instante
y son finitos en sus sollozos
y en la contaminación de su tristeza.

Una mujer como un arcano
que no extingue su horizonte.
Un hombre como un hijo
que padece su vuelo de carbón.

Y ambos con su realidad a medias,
con su invisible corazón que juega.

Une el aire sus puentes
y acaso la ternura sus bocas.

Frutos de la benevolencia de las manos,
de esa alerta que el amor crea.

Firmes en su propósito de abarcar
el mundo y con ello ser más ellos mismos,
más tierra que retoña.

Su delicadeza de seres que se abrazan
bien puede caber en un silencio
o en una noche junto al mar,
pero su empuje de rosas viene de lejos,
de esa carne remisa al cansancio
y su osamenta.

Su obra son ellos mismos atados
al universo, con los balcones que crean
sus surtidores y la necesidad
de amarse para que las heridas del mundo
no los ahoguen.

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